domingo, agosto 09, 2009

Duda Razonable

Encuéntrome en la respectiva dicotomía cotidiana y concibo una entrada a este blog. Esta vez sobre tema que pone a funcionar al cerebro en lapsos que prometen falla inminente, para luego dejar refrigerar el mecanismo y recuperar normal funcionamiento.

Hablo de esas ocasiones en que uno puede llegar a obtener conclusiones apresuradas (basadas en fundamentos firmes o no) y estar conforme con ellas, sólo para desecharlas de inmediato y obtener una nueva en base a un mecanismo de razonamiento distinto. Así se construyen buenas teorías sin método científico, (pues hablamos de conocimiento empírico y sin registro)pero hay que aceptarlo, también grandes fracasos.

Cómo saberlo entonces? ¿Cómo llegar a saber si el grado de conocimiento, sabiduría, incluso intuición, Conocimiento Psicológico y antropológico adquiridos en la vida son suficientes para que nuestros juicios de valor puedan ser susceptibles de ser tomados en serio por nosotros mismos, quienes tenemos el deber ético y personal de ser críticos al mismo tiempo?

Hablo de la duda.

Para toda sospecha, hay una posible explicación que la derrumba, al mismo tiempo que hay un posible resultado positivo. Sea cual sea ese grado de conocimiento una persona realmente honesta consigo misma debe aceptar que siempre existirá una rendija por la cual la duda cabe, y en la que nuestro error puede existir. No se trata de la clásica respuesta de que no existe una verdad absoluta, me refiero a algo más. En las relaciones humanas tendemos todos a crear un registro y nuestra vida nos enseña (a través de experiencias) lo que la vida misma es. Resumido tal proceso con la frase del vulgo "cada quien habla como le va en la feria", todos tenemos una estructura de prejuicios, presunciones, indicios, que al observar cualquier situación en la realidad se perfilan para ser usados y obtener así una verdad lo más rápido posible. Con el tiempo y la interacción social el ser humano llega a obtener más información para llegar a su conclusión, entendiendo que al final sólo una de las ideas originales (sea prejuicio, sospecha, esperanza, ETC.) sería cumplida, de todas las que conformaban el abanico inicial que nuestro cerebro nos ofreció al momento de plantearnos la situación concreta. Yo así lo veo.

El detalle de todo esto que me parece importante remarcar, es lo difícil que es, (retándose uno mismo a ser honesto consigo mismo en esas ocasiones) obtener un buen criterio en esta vida, mismo que le permita a uno juzgar la realidad que se le presenta por los sentidos, para llegar a conclusiones. En lenguaje claro, este post se refiere a cómo repentinamente me di cuenta de que siendo realmente justos, siempre habrá un lugar para una duda razonable.

Tuve la oportunidad de ver una película llamada "12 angry men", en español, "doce hombres en pugna", que versa sobre un jurado conformado por doce hombres quienes tienen la responsabilidad de decidir sobre la culpabilidad de un joven acusado de homicidio, y 11 de ellos están convencidos sobre la culpabilidad del acusado. uno de ellos no lo está, y a través de aproximadamente dos horas de discusiones y argumentos muy interesantes se puede ver como lo que parecía el caso más sencillo era en realidad la mayor injusticia, si se observa desde el principio jurídico de que "nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario". El caso fácil se derrumbaba al aceptar uno a uno los jurados (convencidos por ese único hombre con cordura) de que existía una duda razonable de que no fuera culpable. Ese hombre no declaraba que el acusado fuera inocente, sino que se limitaba asegurar que la vida de un hombre no podía ser afectada de esa manera si existía una duda razonable de que todas las cosas que lo implicaban en el homicidio fueran producto de una gran serie sucesiva de casualidades, observaciones prejuiciosas y hasta mentiras sin comprobar. ese hombre solo liberó al acusado y fue a su casa a dormir con la conciencia limpia.

Por otro lado, acabo de ver una segunda pelicula llamada "doubt", en español "duda", que trata de un pastor católico y de la acusación de una monja que trabaja en su iglesia y escuela de que el padre mantiene relaciones inapropiadas con los niños. la monja sin pruebas ( y el espectador tampoco) logra que el padre se transfiera de iglesia, solo para confesar después que tiene dudas sobre lo que hizo, aunque toda su lógica le decía que ese padre era un pedófilo. La película no aclara nunca la realidad, pero deja clara una verdad, aun cuando se requieran decisiones concretas sobre las cosas, siempre existirá en las relaciones humanas, una duda razonable que podría echar abajo todo lo creado.

entonces para mi el problema real reside en saber qué tanta importancia debe dársele a esa duda razonable, para no dejar nuestro sistema de creencias caerse ante nuestros ojos y dejar que cualquier acontecimiento mueva los cimientos de nuestra personalidad. Parece algo descabellado y lejano, pero no lo es si se parte desde la premisa de que hablamos de personas que se comprometen a encontrar lo más cercano a la verdad, y eso implica cuestionarse a si mismos sobre sus propias ideas y prejuicios.

¿Cómo no volverse loco en ese circulo vicioso que nos invita a ser irracional y apegarse a una postura determinada cueste lo que cueste si se quiere avanzar?

y por el contrario, al mismo tiempo ¿Cómo no sentirse falto de carácter cuando en dichas circunstancias se decide uno a ser honesto y franco y admitir la posibilidad de que uno se equivocó, arriesgandonos a caer en el abismo de la idea de que la falta de certeza absoluta siempre existirá?

la clave es alcanzar el equilibrio. Y de nuevo eres tu la propia vara con que mides tu resultado equilibrado.

ideas como esa retumban en mi cabeza. Personas más aventuradas dirían que esas dudas se originan en una falta de camino recorrido, o incluso de una linea definida que seguir. otras podrán decir que son desvaríos. Yo digo simplemente que es difícil avanzar si el propio conocimiento de las cosas implica una equivalente ambigüedad. Entre más inteligente la persona, más inteligente es su adversario, la otra parte de su cerebro que lo presiona a que sus ideas tengan más firmeza y fundamento.

entre más peleas, más peleas, pues peleas contigo mismo.

Podría pensarse de este post que es producto y resultado de una mente atormentada por si misma, pero no lo es. Simplemente me place pensar que, alejando todo dejo de soberbia con profunda humilidad, me gusta tomar un poco más de tiempo para pensar sobre las cosas.

Post abierto para futura edición. pues son las 2 y no logro articular las ideas en mi cabeza. aclaraciones, modificaciones de todo tipo(si acaso esto se lee) serán bien recibidas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo digo: haz lo que consideres correcto para esa situación, en ese momento determinado. Lo más probable es que ese momento específico nunca se vuelva a repetir, así que en cualquier análisis posterior en diferentes circunstancias, probablemente sea una pérdida de tiempo poner en duda tu decisión.

Sin embargo, si afectaste a una persona, haz lo necesario para enmendarlo. En cualquiera de los dos casos, lo mínimo que vas a lograr (y no es poca cosa), es un aprendizaje que lo más probable, es que moldee y reajuste tu esquema de conductas, juicios o prejuicios (recomiendo ir tendiendo a eliminar éstos últimos, minimizar en lo posible los segundos, y enfocarnos enteramente a las primeras!)(Lo sé! eres abogado!... pues con más razón!:)

Así que: no seas tan duro contigo
mismo, sólo es un proceso de aprendizaje después de todo...

9 de agosto de 2009 :)

Prieto dijo...

En efecto, es "EL" PROCESO DE APRENDIZAJE, Y LO CURIOSO ES QUE EL MISMO NUNCA TERMINA. De ahi la dificultad que encuentro en el tema: Quienes piensan que ya pasaron por ese proceso de aprendizaje por el solo paso del tiempo, o por haberlo pensado y entender el concepto, se olvidan de su carácter constante, y la esencia del mismo, y así, del verdadero problema.

La cosa no es aprender, sino estar siempre consciente y dispuesto a desaprender lo que crees bien aprendido, sin que tu mundo, tu ego, tu orgullo y tus ideas elementales se derrumben a tus pies.

Siempre seré un alumno. ¿Y tú, lector?